domingo, 12 de octubre de 2008

lunes, 7 de abril de 2008

SEMBLANZA


SEMBLANZA DE ESPERANZA CAMACHO CARRASCO

(A manera de Prólogo) Maria Dolores Camacho López de Sagredo


Esperanza Camacho Carrasco nace en Morón de la Frontera (Sevilla) el día 20 de Noviembre del año 1.917, en el seno de una familia tradicional y numerosa, ocupando ella el octavo lugar de nueve hermanos. Su padre, José Camacho,  fallece pronto, por lo que su madre, Dolores Carrasco, decide trasladarse con su prole a la cercana localidad de Marchena.
Es en este pueblo donde Esperanza pasa su adolescencia y juventud, así como gran parte de su vida adulta. Vivió en la calle Cristóbal Colón (calle Hueca) nº 6 . Una casa grande de peculiar estilo, con un hermoso jardín de antesala y patio posterior de blancas columnas. Casa de trinos ocultos, de gatos ronroneantes, de cielos y espacios propios, que se fue quedando vacía con los sucesivos casamientos de sus hermanos. Sólo ella, Esperanza, permaneció soltera y lo hizo a voluntad propia, porque fue hermosa, delicada, culta y espiritual y no le faltó su corte de admiradores y pretendientes.
Hablar de Esperanza Camacho -de mi tía Esperanza- es hablar de una persona eminentemente buena, católica y creyente hasta la médula, enamorada de Dios, al que sentía en su corazón de todas las formas posibles, desde la mística más elevada (la leeréis remontar el vuelo en sus escritos "¡Qué hermosa es!", "Asciende Alma mía" y, "¡Oh mi amada quietud!", como San Juan de la Cruz o las altas Moradas de Santa Teresa) hasta el Cristo vivo, humilde y real en la pobreza de sus semejantes. Practicó la caridad cristiana -en un tiempo en que no había asistencial social- hasta sus últimas consecuencias. Fue catequista de niños y fundó una escuela nocturna para adultos. Visitaba en tiempos de epidemias y pobrezas a los enfermos, llegando a coger el tifus por contagio en una de estas visitas. Fue entregada y generosa hasta el límite. Aún hay personas que la recuerdan como un referente de sus vidas “ay, la señorita Esperanza, qué buena era”. Sí, qué buena fue, que mundo interior tan rico en resonancias líricas y en amores por todo lo divino y por el prójimo doliente y cercano.
Lo que más nos interesa reseñar desde las páginas de este blog que Toti, su sobrina, a la que crió y educó como una madre y con la que convivió hasta su muerte, ha tenido el acierto de publicar. Esperanza Camacho fue una mujer de su época, educada en el refinamiento de sutiles cuestiones. Sensible, gran lectora y con un tierno y cercano sentido del humor. Sus escritos dormían en la oscuridad de su cómoda y por primera vez son sacados a la luz para que vuelen libres por el universo del Internet y quizás puedan posarse un instante en otros corazones y los roce con el soplo de su belleza interior.
Escribió mucho más: prosa, obras de teatros, ensayos, cartas…. Pero valga esta recopilación que Toti ha seleccionado y adornado con las preciosas fotografías que ha captado en su objetivo, para dar trascendencia e inmortalidad a una vida sencilla y humilde en apariencia, pero con una riqueza interior capaz de traspasarnos como un dardo desde esas alturas que ella tanto anheló en esta tierra.
Esperanza Camacho Carrasco murió el 24 de Octubre de 1997 en Sevilla, en la casa de su amada sobrina Toti.

jueves, 21 de febrero de 2008

El alma estaba quieta (1.935, Marchena)



El alma estaba quieta.
El sol se despedía
dejando por los campos
luz, vida, y alegría.
El alma estaba quieta, el mundo se dormía.

Los pájaros volaban
que la noche venía
y en las altas palmeras los hijos les nacían;
y las flores mecidas
por el aire suave
arrullan sus capullos
con besos virginales.

El alma estaba quieta
el sol se despedía
y el mundo se llenaba
de nuevas melodías.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Siento al pisar debajo de mis plantas (1.938,Sevilla)



Siento al pisar debajo de mis plantas,
la noche azul, que se quedó dormida;
no despertó del aura a su llamada,
ni esperezó su niebla blanquecina.

Noche cuajada en rocío de luna.
Noche en un parque de una ciudad divina
donde el amor, germina de sus flores,
donde de cada flor brota una rima.

Yo quisiera desde el mundo
donde el pájaro viste de sus galas,
para no despertarte de tus sueños,
de tu vida real de noche clara.

Porque sé, que al pisar la blanda brisa
que quedó en los tules de tu lecho,
las convierto en lágrimas rosadas
por tu luz, de tu cielo semiabierto.

Quédate así; dormida y ardorosa
de sol naciente, de luna destilada.
Sueña en el beso que le dio el lucero,
a tu alma de ninfa enamorada.

martes, 19 de febrero de 2008

¡Qué hermosa es! (1.940)


¡Qué hermosa es! ¡Qué hermosa es!
¿Quien es?
¡El alma, qué hermosa es!
Cómo se esconde a mi mirada,
no sabe que su vida levanta llamarada.

El alma tuya es ¡Señor! Qué hermosa es.
En ella me recreo, la siento rebullir
inquieta por volar hacia su Amor.

(Quédate en mí, o llévame contigo.
Sin ti ¿que soy?, Tú eres la eternidad
de mi vida)
¡Templo santo de Dios!

¡Qué hermosa es, Señor! ¡Qué hermosa es!
El alma redimida, santa, pura, florida,
¡Qué hermosa es, Señor, ¡Qué hermosa es!

lunes, 18 de febrero de 2008

Dime estrella, por qué tan serena estás (1.945)


Dime estrella por qué tan serena estás.
Quieta, llena de luz, bajo la noche azul,
la claridad de tu día.

Mi vida busca la luz, las noches me hacen
salir, inquieta en mis tinieblas.
¡Tú siempre serena estrella!
¡Siempre hermosa y serena!

Dime estrella porqué tan serena estás.
Oigo tu voz, en el silencio del cielo.
¡Vive cerca de Dios!
¡Ay estrella! cerca de Dios, cerca de Dios.

Noche de luz, mi alma te desea.
Cerca de Dios mi alma quiere estar.
Un sitio junto a ti, estrella.
¡Serena, pura, bella!

domingo, 17 de febrero de 2008

Yo te quisiera amar (1.946, Marchena)


Yo te quisiera amar en cada instante;
en todos los momentos de mi vida,
yo te quisiera amar, Amor del alma,
Amor eterno, Amor que das la vida.

Quisiera amarte en todos los instantes,
en la dulce emoción, en la extraña alegría
cuando en tinieblas lloro mi abandono,
en los días de luz, en las tardes sombrías.

Cuando sola y perdida me encuentro
que ni sé ni siento que ha pasado.
Quiero amarte en las noches de mi vida,
en mi ser, en mi nada, en mi incierto vivir.

Amor que me desate de toda ligadura,
de todas mis flaquezas, de todas mis locuras;
Amor que en mí se encienda y abrace mis sentidos,
que engendre fortaleza, que muestre tus caminos.

Quiero amarte, ¡dulzura del Amor humano!,
amarte y encontrar el amor de mi Amado.
Sola como la muerte se queda el alma mía,
pendiente en el espacio, temblando en su agonía.

Allá se ve el lucero a quien busca mi alma,
allá se ve el sendero detrás de las montañas.
¡Quién pudiera escapar como pájaro huido
refugiándome en Ti, en un amor divino!

Como pájaro errante, como ángel caído,
como ola gigante que pierde su camino
y muere sepultada en los mares lejanos,
sin arribar a las playas del cielo deseado.

Así, queda mi alma cuando Tú no la miras
y espera humildemente tu gracia compasiva;
Y mi dolor se pierde en el alba rosada,
y aparece mi Amado y su amor me regala.

sábado, 16 de febrero de 2008

Amado del corazón (1.948, Marchena)


Amado del corazón
¿eres dicha para mí?
¿eres paz, eres consuelo?
o bien temor y desvelo.

Dime, ¿qué siento sin ti
y qué tengo cuando estás
tan cerca del alma mía?
es tristeza o alegría.

¿Cuándo vivo, cuándo muero,
cuándo me alumbra la fe
y cuándo la oscuridad
me hace el camino perder?

No sé si voy hacia ti
porque el camino me es llano,
o si me parece así
porque tus benditos pies
los tropiezos me has quitado.

No sé, Amor, si yo te amo,
o si la vida interior
que siento en el alma mía
es mi loca fantasía
mi estraña imaginación,
o es ¡Vida de mi vida!
la vivencia de tu amor.

Amor, si yo no te amo
ábreme mi corazón,
llévate todo ese amor
conque Tú, me has regalado
quiero vivir para Aquél
que con su amor me ha creado.

Déjame en oscuridad,
en temor, en santa paz,
deja que amanezca el día
lleno de luz y alegría
o que la noche sea eterna
en mi pobre corazón;

pero que yo pueda amarte
aunque sea inmenso el dolor
al no poder poseerte
por mi pobre condición.

Es tanta mi pequeñez,
mi pobreza y desatino
que no sé lo que me digo
ni lo que quiero decir.

Amado sea por mí
sufra la pena de amor
de amar sin poder sentir
las finezas del amor.

viernes, 15 de febrero de 2008

¡Asciende, alma mía! (1,948 Marchena)


¡Asciende, alma mía!
asciende más y más;
no estorbe yo tus grandes
deseos de volar.

Conmigo te detienes
en esta pobre vida
suspirando por verte
muy pronto de partida.

Ya quisiera llegar
al cielo deseado,
vivir sólo de amor
gozando del Amado.

¡Mi pobre compañera!
¡Mi dulce amiga!
que sufres prisionera
las penas de mi vida...

No te detengas más,
no aflojes tu cuidado
en quitar las amarras
de mis muchos pecados.

Sal de la triste cárcel
a los campos floridos,
mira las altas cumbres
cerca de tu destino.

¡Aprisa, alma mía!
corre por los caminos
que yo apartaré
tus muchos enemigos:

Tibiezas, desalientos,
desatinos, miserias...
que no quiero que
manchen tus vestidos.

Quiero que subas pura
al cielo deseado;
quiero verte volar
en busca del Amado.

Mi dulce compañera,
mi hermosa y buena amiga,
si yo estorbo tu vuelo
sal de esta pobre vida.

Mira cómo trabajo,
mira cómo ya muero
a todo lo que impida
tu entrada a los cielos:

Veredas pedregosas,
montes embrutecidos,
espinos, soledades
de paisajes dormidos,

no espantar a mi amada
que anhelante camina;
no estorbar su ascender
a la gloria divina.

En medio de tinieblas,
vuela, vuela, alma mía:
La luz de las estrellas
te servirán de guía.

En las noches oscuras
no te duermas cansada,
escucha las canciones
de la pronta alborada.

Levanta tu mirada,
camina presurosa;
pisando las espinas
te nacerán mil rosas.

No llores temerosa
si el viento enfurecido
arranca los arbustos
y piedras del camino.

Al llegar hasta ti
y rozar tu pureza
prestarás a su vuelo
más santa fortaleza.

Vuela, vuela ligera,
no te detengas más
¡Más arriba, más alto
te quiero ver llegar!

¡Asciende, alma mía!
Hoy día de la Ascensión,
asciende hasta los cielos
en brazos de tu Amor!.

jueves, 14 de febrero de 2008

¡Qué bella estaba la madre! (1.950, Marchena )


¡Qué bella estaba la madre
en su lecho reclinada,
parece pensar que el cielo
se ha venido a su morada!

Su cuerpo apenas cubierto
con sábana limpia y clara
es joven como la aurora
que aparece en la mañana.

Qué suavemente respira,
qué besos en sus labios granas,
qué brillo en sus negros ojos,
qué húmeda su mirada.

La cabeza reclinada
sobre el pecho sonrosado,
y en sus brazos extendidos
el hijito deseado.

Es blanco como la leche
que de sus labios resbala,
es rosa, como aquel pecho
que al descubierto quedara.

¿Por qué sonríes pequeño?
¿Por qué tus ojos se agrandan
si apenas ven que tu madre
los suyos a ti te regala?

¡Qué bella estaba la madre
en su lecho reclinada,
el amor entre los brazos,
el amor en la mirada!

El amor entre los pliegues
de las sábanas bordadas,
el amor en el ambiente
de la estancia perfumada.



(A mi hermana Isabela, en el nacimiento de su primer hijito)

miércoles, 13 de febrero de 2008

Mirad esa avecilla (1.950, Marchena)


Mirad esa avecilla
que levanta su vuelo
y cruza el espacio
entre la tierra y el cielo.

Quisiera como ella
volar hacia la altura
ligera como el viento
que barre la llanura.

Dejar atrás las cumbres
de las altas colinas.
Contemplar la hermosura
de la Esencia divina.

Aspirar el perfume
del ambiente suave,
la pureza infinita
que ansiamos los mortales.

Y allí, en los umbrales
muy cerquita del cielo,
replegar mi plumaje
                                                                 y detener mi vuelo.

martes, 12 de febrero de 2008

Esta noche hace frío (1.950, Marchena)


¡Esta noche hace frío! Quizás sea la primera noche fría del invierno que se aproxima. Hasta ahora hemos disfrutados de un plácido y casi primaveral otoño. Frescas mañanas, atardeceres cálidos y bellísimas noches templadas.
Estamos ya en las últimas semanas de la estación y el tiempo ha cambiado.
¡Esta noche hace frío! He dejado el cálido gabinete donde me encontraba junto a los míos y abrigándome bien, he salido a la calle. Estaba completamente sola. Escasas luces apenas si la alumbraban; miré hacia lo alto y sorprendióme lo bello que estaba el cielo. Había luna, que aunque casi oculta por densas nubes, derramaba su blanca y pálida luz por el oscuro firmamento. Más allá, agrupadas y temblorosas sobre un trozo de cielo azul, lucían su plateado brillo, unas estrellas.
El cielo cambia todos los días y en el día muchas veces más. Siempre es hermoso, pero en estas
noches calladas, frías y oscuras, se nos ofrece más bello si cabe, mas grandioso en su hermosura.
Mirándolo, nos quedamos mudos, absortos, sobrecogidos de temor y llenas nuestras almas de una santa paz y esperanza. Este es el cielo que nos cobija en esta última noche de Noviembre, fría, callada y bellísima en su melancólica tristeza.
Seguí andando por las solitarias calles y pronto me encontré frente al cancel de la iglesia a la que me dirigía.
Una mujer arropada en un mantón se disponía a entrar y yo, colocándome la toca sobre mi cabeza, he entrado tras ella.
Terminábase el mes de Ánimas. Un sacerdote entonaba el responso. Cuatro velas encendidas iluminaban el altar donde se veía la imagen de un crucificado y a sus pies, el busto de una Virgen Dolorosa.
Unas mujeres silenciosas y arrodilladas rezaban sus últimas oraciones.
Unos instantes después, salían lentamente de la iglesia, haciendo la cruz sobre sus frentes. Sólo quedó en ella aquella mujer desconocida que entró a la vez mía y yo.
Las velas fueron apagadas y el sacristán sentóse en una banca en actitud soñolienta.
Miré hacia el Sagrario y arrodillada ante él, crucé mis manos e hice una oración. Después quedéme quieta, callada y con los ojos cerrados, contemplé mi alma.
Pasaron los minutos.Un sollozo que sentí detrás de mí, sacóme de mi meditación.
Aquella mujer lloraba. Vi su cara aflijida mirando al Jesús Crucificado y en sus ojos marchitos unas ardientes lágrimas: lloraba ¿porqué?
Miré de nuevo hacia el Sagrario e hice una oración mental, una oración improvisada que hizo latir fuertemente mi corazón.
Cerré los ojos y apoyé mis sienes sobre mis cruzadas manos. Oré largo rato.
El ruido de una puerta que se cerraba me distrajo de nuevo.
Levanté mi mirada y vi que estaba sola. El sacristán dormitaba reclinado en un banco. Sentí mis manos húmedas, lloraba yo, ¿porqué?
Era tarde. Hice la señal de la cruz sobre mi frente. Abrí la puerta y salí a la calle. Miré de nuevo
al cielo; éste había cambiado. Las nubes cubrían toda la extensión del firmamento que yo divisaba y la luna había desaparecido.
Unas gotas de agua cayeron sobre mis mejillas. Empezaba a llover.
Quedé por unos instantes suspensa mirando hacia lo alto. También lloraba el cielo, ¡Porque?
Subiéndome el cuello del abrigo, apreté el paso. Pronto llegué a casa. Entré en el hogar, cálido, confortable, lleno de luz. Fuera quedó la noche grandiosa, bellísima, llena de verdad, de dolor, de contagiosa tristeza.

lunes, 11 de febrero de 2008

Lirios, lirios blancos en mi jardín (1.951, Marchena)



Lirios, lirios blancos en mi jardín;

sobre el verdor de las hojas,
su pureza, su fragancia...

Aliento de Dios.

Llueve en el amanecer.
Gotas de agua entre los pétalos finos.
Más fragancia, más pureza...

Suspiros de Dios.

Sol y azul en el cielo,
tierra mojada y límpido verdor
blanco prado de flores,
luz en la tarde llena de canciones.
Lirios,lirios,lirios...

Juego de Dios.



domingo, 10 de febrero de 2008

Va Jesús con la cruz (1.955 Marchena)


Va Jesús con la cruz,
es clara la mañana,
por el largo sendero
va dejando a su paso
las huellas señaladas.


Va Jesús con la cruz;
el campo se ha vestido
de sus mejores galas,
blancos lirios florecen
en la aurora callada.

Va Jesús con la cruz
solo con su pesar,
su cuerpo dolorido
se estremece al pisar.
¡Cuánto pesa el madero,
qué fatigado está!

Ya no puede mirar
el azul de los cielos,
no puede contemplar
el paisaje sereno,
sólo sus ojos ven
el estrecho sendero.

Allí, en los linderos,
las flores perfumadas
al sentir el pisar
de Aquél que las amaba,
sus tallos se inclinan,
y sus pies le besaban.

El maestro, suspira
de amor agradecido,
quiere aspirar el perfume
de sus pétalos finos,
y al inclinar su cuerpo
en la tierra ha caído.

Va Jesús con la cruz,
es clara la mañana
en el largo sendero
van naciendo las flores
de la Era Cristiana.

sábado, 9 de febrero de 2008

Mamá (1.955, Marchena)



Todos se fueron. La casa quedaba sola. El murmullo bajito, las cariñosas palabras de despedida,
los contenidos sollozos se habían ido apagando y un silencio frío, helado, iba llenando el ambiente.
El cielo blanco por la mañana se hacía gris denso, oscuro. En el jardín no cantaban los pájaros. Parecía que lloraban en lo alto de las palmeras y que las plantas altas y frondosas se inclinaban hacia la tierra sin perfume ni color. Era todo ausente, extraño, vacío.
Días de dolor, de increíble angustia, de cierta esperanza...Mamá estaba allí. Yo le acariciaba su rostro rosado, le decía, le besaba...parecía dormir. Se escuchaba con temor su angustiada y agitada respiración. Un último suspiro, un último latido, un último instante ...¡Increíble! ¡Dios mío! Lo que fue, ya no era. ¡Mamá no estaba allí! Aunque yo le mirase, le acariciase, le hablase. ¡No estaba allí mamá! ¡Qué despedazarse el alma de dolor ante aquella realidad que mis ojos no podían ver al mirar su rostro cada vez más pálido, más sereno en su dormir tranquilo, infinito...!
No estaba allí mamá. Sólo el despojo tan querido de una vida toda; una vida plena que fue todo amor, que ya lo había dado todo, no pudo amar más, ni entregarse más y el corazón ya cansado se durmió, se paró. "...Quién me diera alas como de paloma y volaría y descansaría..." y el lazo se
rompió y el alma quedó libre para volar al cielo.
Se fue mamá. Con el alma purificada, probada, santificada siendo morada de Dios. Y la casa quedó sola,triste y el jardín y el día y el ambiente de la tarde tan lleno de silencio en aquella primera tarde en la casa vacía, sin ella ¡Mi dulce mamaíta! Con los amados recuerdos de su vida toda. Con la nostalgia de su compañía, su apoyo, su descanso... con mi cariño hecho lágrimas fundidas en dolor , en deseos de poder volver atrás para poder dar más y más entrega, ternura y felicidad a quien tanto nos dio en el ejemplo constante de su vida íntegra, sencilla, cristiana, virtuosa, buena...

viernes, 8 de febrero de 2008

En el atardecer me gustas más (1.956, Marchena)


En el atardecer me gustas más,
y en las noches serenas te deseo.
¿Quién eres Tú? No sé. Sólo presiento
que tu belleza existe, y que en
tu amor, hay un sitio para mí.

jueves, 7 de febrero de 2008

Florita (1.957, Marchena)



Florita, la gatita lanuda de Toti, es ya una adolescente. Empieza a despertar a la vida mirándolo todo con sus ojos felinos asombrados.
Es bonita, muy bonita. Su lanita maltesa, es suave, larga y alborotada. Muy clara de color por su barriguita gordezuela y blanda y por su rabito acaracolado y decorativo.
De expresión traviesa y simpática en su pequeña carita y mirada viva en sus grandes y rasgados ojos.
Es bonita, bonita, traviesa y a veces mansa y suave con sus manitas de algodón. Te acaricia con ella, sus uñitas escondidas entre el pelo lanudo y entona dulcemente su morronguita.
Cuando juega, alza airosa su rabo y salta veloz entre las plantas del jardín. Se tiende boca arriba sobre la tierra y entonces ¡ah! si me acerco a ella me clava sin piedad sus uñas afiladas en la piel de mi mano que queda cautiva entre las suyas en un abrazo.
Florita es así; mimosa, juguetona, traicionera.
En esta primavera, siente su adolescencia y empieza a saborear los encantos de la vida.
Le atrae el vuelo de los pájaros en el atardecer de mi jardín. Sentadita sobre sus patas traseras se queda absorta mirándolos. Su pequeña carita levantada y una expresión traviesa y juguetona en sus rasgados ojos. Otras veces se le ve saltar y mover rápidamente su mirada, siguiendo entusiasmada el vuelo de una mosca.
Ahora se va horas y horas al gallinero de pollitos y mira sentadita y seria sus carreras voladoras. De pronto su espíritu travieso e inquieto le hace ponerse en pie y saltar a trotecitos cortos tras ellos, que huyen piando asustados.
Me enfado con ella, le riño, pero Florita es terca y confiada y vuelve a repetir su juego peligroso. Ella me mira diciéndome :"no temas, yo sólo quiero jugar con ellos. ¿Ves como no le hago daño?"; y suavemente coloca su manaza lanuda sobre un pobre pollito que quedó acorralado en un rincón.
La miro severa y temerosa, pero Florita con su expresión ingenua retira su manita, alza su rabo y trota de nuevo a pasitos cortos entre el vuelo alborotado de los pollitos.
Las esparragueras, las verdes cintas llegan con sus lacias hojas hasta el suelo. Es que Florita despierta a la vida. Su pancita lanuda descansa blandamente sobre la planta tierna y la tierra mojada. Le gusta ese frescor y también el juego de sus hojas enlazadas entre sus patitas y el sabor de su jugo entre sus dientecillos.
Cuando me ve, corre tras las columnas del patio y huye ligera hacia el jardín. Hay rosas, alhelíes, clavellinas. Florita aspira con su negro hociquito la fragancia de la primavera. Mira inquieta y palpitante hacia lo alto y sube veloz por el recio tronco del ciruelo. De sus verdes ramas levantan su vuelo una bandada de pájaros que se cobijan en las ramas altas de la palmera.
Florita queda suspensa en lo alto. Desde allí, las viejas ramas del níspero están más cerca y puede asperear mas ampliamente el olor de sus maduros frutos. Florita goza de todo. Es primavera.
Ahora descansa sobre un cojín y duerme estirazada. Le acaricio su garganta de pelos lanudos, largos y suaves. Su pancita gordezuela y blanda, sus manitass aterciopeladas que descansan confiadas una sobre otras, se estiraza más queda boca arriba y se arruya con su morronguita.
La miro y la llamo '¿Florita?'- Florita abre sus ojos y emite mimosa su peculiar sonido. Un sonido que no es palabra, ni voz, ni maullido. Florita sólo habla así. Y así se entiende con los pájaros, las aves, las moscas, las plantas, las flores y también conmigo. Florita es así.

miércoles, 6 de febrero de 2008

No me espanta la soledad (1.957)


No me espanta la soledad.
Tu amor, tu silencioso amor
llena mi vida toda.
Y la dulzura de tu sonrisa,
es para mí, un abrazo eterno.

Déjame así: la vida sigue su curso
y yo voy con ella empujada
por el aliento de tu boca.

El cuerpo no siente el anhelo del alma.
El alma no llora por el peso del cuerpo.
Somos uno en tii.

martes, 5 de febrero de 2008

Era domingo (l.957, Marchena)


Era domingo. Me desperté con una agradable sensación, ¡Toti! Me levanté gozosa. Dentro de poco podría tener con ella nuestro ratito de charla.
Me fui a misa. Procuré recogerme pero mi pensamiento volaba de nuevo hacia ella. (Perdón
Señor, Tú sabes lo que la quiero!)
Al volver a casa pedí la conferencia con el colegio. Unos momentos después tras el auricular su voz juguetona, alegre, cariñosa; ¿Tiurri? y empezamos la charla. No importa que pasen los minutos. Ella bromea, pregunta, ríe diciéndome en tono cariñoso -¿Tiurri?-tres, ¿sabes? tres...Yo me sonrío. ¡Es tan suyo este pudor en decir su cariño, esta manera ingenua que ha buscado en los recuerdos de sus expresiones infantiles! Sigo la charla, le cuento, le digo y de vez en cuando, -Totuchi, hijita ya terminamos, hasta otro día- y seguidamente le charlo, le mimo y sigue ella allá en su colegio cogida al auricular y yo la dejo hacer, feliz de tenerla cerca de mí, por su voz, su sentir, su cariño, su risa...
Termina nuestro ratito. Distraída me arreglo para salir, recordando su voz cariñosa.
En la placita hay luz, hay sol. Me detengo y miro el alegre juego de los niños sobre la arena.
Vienen hacia mi algunos y me besan rodeándome el cuello con sus bracitos. Son rubios, gordezuelos, colorados. Los levanto en alto y los miro sonriente. Cuando se alejan, mi abrigo negro ha quedado blanco por la arena de sus piececitos.
Unos pasos más allá me salen al encuentro unas niñas de largas trenzas subidas en su bici, -¡adiós tía!- me gritan; y siguen su loca carrera dando vuelta por la placita.
En la puerta de la casa de A.C. me espera un grupo de jovencitas. Celebro con ellas la sencilla reunión dominguera y pronto las dejo ir a gozar de la mañana llena de luz.
Despacio, ensimismada, sintiendo dulzura y quietud en mi espíritu, camino de nuevo hacia mi casa. Miro la placita de cielo azul, la calle ancha y sombreada por las acacias enlazadas y doblando la esquina hacia la izquierda, la estrecha y simpática callecita en la que vivo.
Mi casa está sola. Al entrar en el jardín ha volado hacia lo alto una bandada de palomos. He suspirado mirándolos ir. El recuerdo queridísimo que quedó en mí, ha hecho brotar unas lágrimas de mis ojos. ¡Mamá! y he sentido más hondamente su ausencia en el silencio del jardín a mi llegada.
Corto unas rosas, aspiro su perfume, adorno con sus ramos el patio, el gabinete, el salón. Pongo el picú de Toti y empieza a oírse una suave melodía. La marcha Turca de Mozart. El piano se oye fácil, ligero, alegre, sentimental.
Termina la mañana del domingo. Han pasado las horas llenas de luz.
La charla con mi Totuchi me las hace vivir felices; me siento llena de su vida sencilla, ingenua, alegre, buena...

lunes, 4 de febrero de 2008

En la cálida noche (1.958, Marchena)


Esta noche me despertó el canto de un grillo. Debía estar en el jardín, muy cerca de mi ventana. ¡Qué grito más estridente y monótono! No me dejaba dormir. Era inútil seguir dando vueltas y más vueltas en la cama sin conciliar el sueño y ya cansada, me incorporé y abrí los ojos.
¡Noche de estío! Las plantas del jardín con sus hojas gigantes, verdes y frondosas, dormían en la quietud de las horas. Ni el más leve airecillo acariciaba sus hojas. Los pajarillos entre las ramas de los árboles se arrullaban bajito.
A veces se sentía a alguien que pasaba por la calle. Un trasnochador, o un solitario paseante que huía del calor de sus habitaciones; pero el canto del grillo vigoroso y agudo llenaba por completo el silencio de la noche.
Ya no me molestaba. Me figuraba al pequeño animalillo con sus alillas temblonas, buscando el frescor de la tierra húmeda, cumpliendo su misión de llenar las hermosas noches de verano con su canto monótono y rítmico.
No sé cómo quedé dormida. Cuando me desperté, la luz tenue del amanecer, embellecía el jardín.
Me levanté perezosa para cerrar la ventana y poder seguir entregada al delicioso sueño de la aurora.
El cielo estaba rosado. Las plantas y flores llenas de fragancia. Los pájaros rebulléndose bajito en sus nidos. Los silbidos amorosos de las golondrinas cruzando veloces el espacio. Un nuevo día.
El grillito ya no cantaba. Había terminado el encanto de la noche.
Me levanté perezosa y cerré.

domingo, 3 de febrero de 2008

Reclinada en la tierra (1.958,Marchena)


Reclinada en la tierra fresca a la orilla de un río, sentía el murmullo del agua que corria suavemente por su cauce. Me adormecía su cantar siempre igual; murmullo monótono, alegre y soñador.
Me dejaba llevar de su encanto y poco a poco, mis ojos que miraban un cielo todo azul, se fue ron cerrando adormecidos.
Una quietud perezosa y un bienestar languido e inconsciente, embargan todos mis sentidos.
Dormitaba a la orilla de aquel río, donde el agua clara, saltaba entre las piedrecillas de su fondo cercano a veces, o corría veloz atolondrada entre los grandes pedruscos de una pasada, o se dejaba mecer como en un lago, mientras mientras las ranas chapoteaban juguetonas.
Allí, donde yo me encontraba, semejaba una playita perdida y en la otra orilla opuesta todo era verdor, matorrales juncos y morados lirios.
Junto a mis pies, el agua corría mansamente dejando la transparencia de su fondo, bañado de cielo azul y sol plateado.Tendida sobre la arena, a la sombra de un rosal silvestre, lleno de rosas ligeras perfumadas de aroma campestre y lindísimas en su misma sencillez, me adormecía en una dulcísima quietud.
Me había quedado sola. Las niñas habían ido al próximo caserío, en busca de agua fresca para calmar la sed del medio día. Se fueron apagando sus voces y sus risas y en el silencio de aquel campo, sólo se escuchaba el correr del agua y el suave cantar de los pajarillos en los arboles cercanos.
Pasaron los minutos. Quizás el crujir de una rama o una , o una hoja desprendida, o las risas lejanas de las niñas que volvían, me hicieron despertar del estraño sopor.
Me incorporé y de nuevo quedó mi mirada absorta en la contemplación de aquel río.El agua seguía su curso pasando junto a mí, transparente, alegre, juguetona , siguiendo allá impetuosa impetuosa corriente solteando en su cauce veloz los obstáculos del camino, para luego descansar, deslizándose suavemente entre el verdor del follaje y las revueltas de sus orillas.
Mis labios se movieron en un murmullo, musitando a mediavoz, "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir..." y mientras repetía una y otra vez estas palabras mis ojos se humedecian, quizás de nostalgia, de dolor, de emoción, o tal vez en la belleza de aquella tarde, solo de amor...

sábado, 2 de febrero de 2008

Eres un tallo seco (1958, Marchena)




Eres un tallo seco, alto, fino, flexible, el aire de la tarde te hace bailar.
Estás dorado por el sol. Ya no tienen jugo tus hojillas de papel. En el estío termina tu vida. Pasaron los hermosos días de primavera que hicieron tu semilla germinar; pero tú, has quedado olvidado en la tierra reseca. Ya no te arrancarán.
Por éso, entre hojas cortada en la era, campos trillados y segados por la hoz, tu bailas en la tarde que se va, besado por la brisa y acariciado por los últimos rayos del sol Mañana, veras de nuevo el amanecer, en la soledad deslumbrante de los campos segados.

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Si fuera la brisa, risa y el sol luz de tu mirada.
Si fuera el azul tu sombra y la tarde tu morada.
Yo besaría la brisa y el sol del cielo robara en el azul me perdiera y en la tarde me quedara.

viernes, 1 de febrero de 2008

Nunca supe del amor (1.962, Marchena)


Nunca supe del amor
más de lo que deseaba.
Ni de lo que el amor daba
más que lo que poseí.
Amé al Amor en sí,
y el amor que Éste me diera
fue tal, que amé de manera
que todo otro amor perdí.

Nunca supe si soñé
o despierta me moría.
Mas vi, que la luz se hacía
donde a oscura me quedé.
Vi en la noche amanecer,
la aurora llegó y el día
un amor que en mí nacía
donde sin amor quedé.

No supe lo que yo amaba
y el amor me consumía.
No supe por qué lloraba
mientras mi alma reía.
Ni por qué no supe nada
ya que todo lo sabía.
Sólo sé, que a Dios tenía
y que en Él todo lo hallaba
y en mí, todo se perdía.

jueves, 31 de enero de 2008

¡Oh mi amada quietud! (1.962, Marchena)


¡Oh mi amada quietud!
quietud amada,
regalo de mi Dios
que me "regala".

¡Oh mi amada quietud!
en la que todo es paz,
calma, armonía;
sensación de vivir
sin noche y día.

Infinito vivir
del alma embelesada,
sólo en ti mi Señor
clavada en su mirada.

¡Oh mi amada quietud!
que como cerco
defiende mi morada.
Nada puede turbar
la paz del alma
con su cruz abrazada.

miércoles, 30 de enero de 2008

Ultima mañanita de Mayo (1.978, Sevilla)


Ultima mañanita de Mayo. Celeste su cielo; amable en el alegre despertar de los pajarillos en la arboleda cercana, en la dulce armonía llena de sutilezas que solo los Domingos se puede percibir en la ciudad. Hoy es domingo. La inquieta humanidad descansa; no hay bullicio ni estridencia alguna. Por eso, este despertar tan apacible; esta silenciosa sonoridad de mi alma.
¡Que bien así! Sentí la vida en toda su hermosura, como fué creada, llena de paz, descansada toda ella, en la serena realidad de su existencia, en la poseción de su eterna verdad, oyendo dulcemente esa melodía de su alma donde todo es amor...


Atardeceres en la primavera (1.978, Sevilla)




Lléname de tu silencio tarde toda blanca. Inmensa, como inmenso es tu cielo. Lléname de tu silencio que siento cantar a mi alma en tu silenciosa sonoridad.
Pinceladas blancas, grises, rosadas, rojas, anaranjadas más allá de las últimas colinas por donde el sol se ha escondido.
Sólo unos instantes y la tarde se va. Cambian las tonalidades de tu cielo. Se esfuman los colores y queda todo igual. Fundido todo en uno.
Unos de los atardeceres mas bellos. Gris y rosa tu cielo por el poniente. Blancas y suaves son tus aladas nubes sobre el rosado infinito y el rosa loha llenado todo.
Las flores del jardín se han vestido de rosa y las malvas azuladas de las macetas y celinda blanca ¡todo teñido de rosa! La tarde toda rosada en la luz diáfana que se va... que se apaga ante mi mirada atónita y suplicante de que no acaba tanta belleza.
Hoy no habrá color en el atardecer. Termina el día sin luz porque todo el cielo está cubierto de nubes. Han caído unas gotas de agua. Todo desvaído pálido y ausente en la últimas horas de este día silencioso que termina.
Paseo por el jardín. Escucho el cantar de los pajarillos en los arboles cercanos. Los pétalos de las flores mojadas exhalan un cálido perfume. Hoy no las acaricia la luz rosada pero cada flor lucen sus lindísimos colores. Va cayendo la tarde dulcemente. Miró hacia lo alto. El cielo se abre por el poniente en los últimos instantes y una ráfaga de de brillante luz se ha dejado ver. Ya el sol se ocultaba en el horizonte.
Todos los atardeceres me llenan de paz en los bellos y tibios días de primavera.
El cielo está celeste, blanquecino. Nubes grises bordeadas de plata en la puesta perdida del sol. La luz tenue de la tarde se pierde en el verdor de los campos moteados de blancas margaritas. ¡Muere el atardecer!
Ya todo el cielo opaco se duerme en la noche que viene. La cadencia que llena el silencio de la tarde, la hace toda hermosa.


Un agradable paseo (1.981, Sevilla)


He roto por una tarde la monotonía y he salido de la ciudad.
Blanca y gris la luz del cielo. La tarde temprana, dormida, blanda y suave se traslucía en la atmósfera que nos rodeaba.
Mi cuñado llevaba el coche a discreta velocidad mientras mis hermanas y yo hablábamos de todo. Recuerdos nostálgicos de nuestra juventud, presente incierto, situaciones difíciles de cada día...y, entre bromas y veras, tomábamos las cosas de este extraño mundo en que vivimos con tranquila filosofía.
Había nubes en el cielo. Se esperaba con ansias la lluvia que tanta falta hacia en nuestros campos resecos. El verdor de sus sembrados cubrían grandes extensiones en los silenciosos llanos que rodeaban la carretera, pero sus tallos estaban muy cortos aún para estar tan cercana la llegada de la primavera.
Las espigas de los trigales no podrían crecer vigorosas sin la humedad de la tierra. ¡Casi tres meses sin llover! En algunos terrenos el verdor se doraba sin apenas haber crecido.
Íbamos al cortijo de mis hermanos emplazado en los campos ya cercanos a Marchena. Dejando a un lado la carretera nos adentramos por una mala vereda entre llanos y colinas. Cerca estaba el caserío, escondido a la vuelta de una pequeña subida. Al bajar del coche un airecillo fresco y agradable me despejó el rostro.
Miré a mi alrededor. La vieja y hermosa casa solariega denotaba abandono. En la verja del jardín a la entrada, había ramas enlazadas y secas, follajes, hojarascas y descuido. Aquello estaba cerrado hacía años. Los caseros tenían su vivienda entrando por el patio grande por donde salieron a recibirnos amables y serviciales.
Era un matrimonio de mediana edad. Ella, robusta, alegre, con sus brazos desnudos y gordezuelos como los de una moza.¡Nunca tenía frío! decía riendo. Él, permanecia con las manos en los bolsillos, la cabeza agachada y la mirada levantada hacia nosotros, solícito y respetuoso. Cayeron unas gotas de agua. Miró al cielo diciendo: Todavía el trigo levantaría si viniesen algunos chaparrones. Hablaba con mi cuñado, mientras Rosario (la casera) nos llevaba a su cocina con una inmensa chimenea y nos acercaba unas sillas alrededor del fuego. Mas allá había una estreves donde ella guisaba. En la rústica mesa, hogazas de pan amasado, recien cocido, cántaros de agua, sillas de aneas, paredes blancas de cal con tenazas colgadas... todo límpio, todo en orden, pero... nada más. Como hace cien años, como si allí, en aquella hermosa cocina, sala y chimenea, el tiempo se hubiese detenido.
Las llamas crepitaban subiendo hacia a lo alto. ¡Se estaba bien allí! Así lo decía también aquella buena mujer. Ellos tenían un pisito allá en el pueblo donde sus hijos se habían ido marchando unos tras otros. Pero ellos decían mientras los señores lo dejasen se quedarían allí. En sus sencillas habitaciones, en su blanca cocina, en su hermosa chimenea... y mientras nos hablaba de sus cosas nos obsequiaba con un café con leche y unas riquísimas tostadas de pan amasado por ella, recién cocido, chorreadas de aceite.
Había dejado de llover. Salí al campo sola. Quería contemplarlo así para sentir su silencio. Recreé mi mirada por toda la lejanía. Suaves colinas onduladas, blandas, blancas, rosadas...y aquella extensión de tierras en barbecho, dormidas, sumisas, esperando su turno para ser labradas; y verdes trigales de tiernos tallos y hojas cortitas mecidas por la tenue brisa. Y más allá... olivares y aquella perdida y lejana arboleda...
Me gusta el campo. Con flores lleno de amapolas y margaritas, con los álamos cuajados del verdor de sus hojas, las acacias en flor, llenándolo todo el perfume de su fragante primavera... y también, el silencio de esta tarde gris, el olor de esta tierra reseca y húmeda por la lluvia temprana, las hojas caídas y ramas crujientes. Los inicios de los nuevos brotes en los nudos de las tiernas ramas, el polvillo de la vereda, los trigales verdes sin las doradas espigas, las colinas sin el rosado tono de un atardecer en el estío...
¡Qué tarde tan apacible! Así, tan quieta, tan sosegada. Mi alma tan descansada en su amorosa belleza. Entré en la casa donde encontré a mis hermanas dando una vuelta por las vacías habitaciones: Algunos grandes cuadros de sus antepasados en las altas paredes, restos de muebles de épocas lejanas... ¡Hermosa casa, fría, húmeda y llena de nostálgicos recuerdos!
Fuera el atardecer se hacía mas bello. El rosado tono del sol en sus últimos instantes, se translucía en el cielo gris de la cercana primavera. Un silencio sonoroso lo llenaba todo.
La luz de la tarde se perdía en la noche que lentamente caía sobre los campos mientras volvíamos en el coche a la ciudad. Había terminado el agradable paseo.
Ahora, ya en mi casa, mirando tras los cristales de mi ventana el oscuro cielo de la noche dormida, el recuerdo de aquellas horas felices, me llena de lo infinito.

Dia primero de Enero (1.981, Sevilla)




¡Una mañana llena de sol! Son ya las onces y todo está en silencio. La calle, el campo cercano... Por la carretera, siempre tan ruidosa por el tránsito constante de los coches, no pasa nadie. es que la ciudad duerme. Anoche, a las doces se empezó a vivir el primer día del nuevo año y el ruido bullicioso, jubiloso y alocado, duró hasta el amanecer del nuevo día.
Un amanecer tranquilo, sosegado, volcado en ser hermoso, en el pálido celeste de su cielo, en el incipiente verdor de la tierra, plateada también, por la escarcha helada entre la tierna yerba; en el canto tenue de los pajarillos que cruzan el espacio esperezando sus alas... Hermoso más aún, este amanecer y esta mañana del año recién estrenado en la que nadie estorba la paz de sus horas, su paz Navideña en la que el cielo y la tierra se abrazan en una eternidad de su amor consumado.
Sentada tras los cristales de la ventana me embriago en la dulce mañana tan llena de sol y en su inmenso cielo y en el verdor de los arboles lejanos y en el sosiego y la paz y en el instante que no pasa, en la eternidad amorosa que fue creada.
¡Navidad! Todo nace contigo. Yo quisiera nacer de nuevo para vivir siempre en lo infinito de tu amanecer.

domingo, 27 de enero de 2008

Ayer fué un día apagado (1.983, Sevilla)



Ayer fue un día apagado, silencioso, todo gris: el cielo, la tierra, también el alma mía.
No se veía el azul ni en el cielo, todo velado por densas nubes, ni en mi alma agotada en su luz en la intensa lucha cotidiana.
La tierra estaba seca, quemada por los intensos rayos del sol en los pasados meses del estío.
Ha llovido en la noche, pero en la incipiente aurora se escuchaba el rebullir de los pajarillos y se apercibía la luz rosada de un sol naciente.
Mi cabeza estaba dolorida. Como ayer, como siempre. Me levanté cansada y abrí la ventana sedienta de luz. Todo claro el cielo. Pinceladas rosas, celestes, blancas, inmaculadas. Gotas de agua cristalinas en los campos dorados.
En mi alma la esperanza de un nuevo resurgir para vivir en el amor deseado.
¡Ay, el nuevo día, las primeras horas! Que paz en el amanecer! ¡Que feliz en el sentir de mi alma llena de amor y en mi deseo de besar la flor, el alba inmaculada, la brisa suave... y el dulce dormir de mis niños queridos en estas primeras horas de la mañana bella!
Al mirar tu cielo, siento de nuevo deseos de vivir ¡Que hermoso es tu alado amanecer! Que fragancia en tus campos! y que suave tu iímpida luz!

sábado, 26 de enero de 2008

Al mirar el verdor (1.983, Sevilla)


Al mirar el verdor de tus árboles en la lejanía, entre el dorado campo y el rosado amanecer de tu mañana bella, quisiera que todo quedara así. Sin pasar un instante. Todo luz, vida, amor, eternidad.

______________________


¡Ay, como han pasado las horas! ¡Se ha nublado la diáfana luz de mi mirada! Ya no se oye el silencio armonioso de tu aurora. Se ha turbado tu paz ante el ruido bullicioso de la humanidad que despierta. La vida rota en pedazos parece desaparecer ante mí.
Fue un sueño tu belleza y tu limpida luz y mi deseo de vivir para siempre en la pureza de tu amor temprano.

viernes, 25 de enero de 2008

La casa (1.988, Marchena)


Estaba la casa
sumida en ensueño,
tranquila esperaba
llegase su dueño.

¡Oh casa querida
llena de recuerdos!
¡Oh casa añorada
ya no soy tu dueño!

Muy cerca y lejana
te vivo y te siento,
tus claras mañanas,
tu dulce contento.

El leve gorjeo
en la madrugada,
de los pajarillos
que se esperezaban.

¡Ay! que sensaciones
mi alma sentía
al llegar la tarde
con sus melodías.

El jardín sombrío,
las plantas gigantes,
su cielo en la noche
lleno de diamantes.

Silencio sonoro
lleno de armonía
llenaban mi alma
de melancolía.

La vida sencilla
entre risa y llanto,
la paz hogareña
con quién amé tanto.

No pierdas tu encanto
que tanto me dabas,
sólo en tu silencio
mi alma cantaba.

¡Mi casa querida!
¡Mi vida, mi sueño,
mi amor, mis amores,
¡ya no soy tu dueño!

jueves, 24 de enero de 2008

Otoño (1.988, Sevilla)


No te siento y sé que has llegado,
no sé dónde se esconde tu presencia,
sé que estás aquí, y me duele tu ausencia,
y busco lo que Tú siempre me has dado.

En tu silencio siempre me has hablado
con la sutil canción de tu cadencia,
triste otoñal, llena de pura esencia
en tus tardes de cielo arrebolado.

Hoy mi alma dormida, me ha dejado,
parece huir de toda trascendencia,
la realidad de mi propia existencia
tiene mi corazón aprisionado;
muéstrame ya toda tus sutilezas.
¡Ven ya, Otoño, siempre en ti he soñado!

miércoles, 23 de enero de 2008

¿Qué te puedo ofrecer, Señor...(1.988)



¿Qué te puedo ofrecer, Señor,
si nada tengo?

Tan sólo mi dolor.

He perdido la paz,
mi alma solloza herida
la "loca imaginación"
me fatiga.

Mi corazón cansado
se ha dormido.
El Amor, en la sombra
se ha escondido.

¿Qué te puedo ofrecer Señor
en mi oración?

Tan sólo mi dolor.

Ligera recorre los montes
y praderas, y, en un vergel
de flores, encontrar
al Amor de los Amores.

Descansar en su amor,
lejos...muy lejos
de la imaginación.
Reclinar mi cabeza dolorida,
sobre su corazón.

¿Qué te puedo ofrecer Señor,
si nada tengo?

Tan sólo mi dolor.

viernes, 18 de enero de 2008

Sutil encuentro (1.988, Sevilla)


Anoche pensé en ti llena de anhelos,
y entre sueños, soñé con tu presencia,
sentí temor y el dolor de tu ausencia,
lloré bajito en mi desconsuelo.

Ya no pude dormir en mi desvelo,
temí la soledad de mi existencia,
busqué a mi Dios y su eterna clemencia
y en esta "noche oscura", miré al cielo.

La luz de las estrellas refulgentes
y aquel silencio de la blanca luna
se acercaban a mí calladamente.

La inmensidad eterna me envolvía
se cerraban mis ojos dulcemente
sintiendo del Amor su compañía.

jueves, 17 de enero de 2008

Serena melancolía (1.988, Sevilla)


Se ha cansado la tarde; se ha dormido,
el silencio en el aire se ha quedado,
todo pálido, ausente, apagado,
aroma gris, embriagan mis sentidos.

He querido pensar y no he podido,
he querido rezar y me he olvidado,
y con amor mirar tu cielo alado
y reír y cantar, y no he sabido.

Ya te vas Primavera dulcemente,
en tus últimos días, has llorado,
no ha brillado tu sol por el poniente
entre brumas, su luz se ha dispersado.
Han sido largas horas de tus días,
mi corazón también está cansado.

miércoles, 16 de enero de 2008

Siempre a mi lado (1.988, Sevilla)


Yo no sabía lo que Tú querías
Señor, pero tu amor no me faltaba.
Yo no pensé dónde me llevaría
este sufrir al ver que alguien penaba.

Amé así, dando con alegría
de aquel amor que Tú me regalabas,
nada busqué, por mí sólo quería
hacer feliz quién a mi lado estaba.

¿Lo conseguí? Yo así lo presentía
porque vi sonreír al que lloraba,
y desear vivir al que moría
sintiendo la ternura en su mirada;
nunca pensé si algo me quería
de aqueste amor que de mí se escapaba.

martes, 15 de enero de 2008

Contigo (1.988, Sevilla)


Sintiendo tu mirada me encontraba
sin saber yo lo que de mí querías;
el soplo de tu boca me empujaba
a no sé dónde, mientras yo... moría.

Y no fue así, que al tiempo que corría
sentí tras mí que Tú me acompañabas
y fue tal mi contento y alegría,
que una paz infinita me embargaba.

Ya me sentí volar, ya no corría,
ya no temí morir, ya no importaba;
porque al morir me dabas tu alegría
porque al vivir también me regalabas.

Ya comprendí que lo que Tú querías
era que en ti mi amor se confiara.

¿Por qué? (1.988, Sevilla)



¡Ay! qué triste la vida se ha puesto
en esta soledad en la que vivo;
yo necesito amar y dar contento
a todo aquel, que encuentro en mi destino.

Este vivir tan sola en el olvido;
este sentir mi corazón cansado
de dar amor... siéndome rechazado
y ver sufrir, sentada en el camino.

Hay que callar, aunque la vida toda
se rompa en mil pedazos destrozada
y la razón, sea pisoteada
y el verdadero bien, desconocido.

La sensibilidad está atrofiada,
se desconoce el trato sensitivo,
la educación es cosa ya pasada
y el buen amor, no tiene ya sentido.

¡Ay! que triste la vida se me ha puesto.
No me dejes ¡Señor! sola conmigo.

lunes, 14 de enero de 2008

Oración (1.989, Sevilla)



Mándame tu rocío en la mañana,
lléname de tu gozo y alegría,
sácame ya de esta prisión sombría
que es para mí esta vida pobre y vana.

Yo sé que eres Amor, y amor emana,
que mi alma solo en ti descansaría,
y que a tu lado al fin comprendería
el por qué, de esta extraña vida.

Un vivir y no ser día tras día,
un quedar sola en medio de la nada,
un no se qué, que en mí se me moría
en el ocaso que me rodeaba.
¡Ven ya Señor! que en tu Sabiduría
seré feliz si sé que así me amas.


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" Que Dios a nadie ama sino al que mora con la sabiduría. Es más hermosa que el sol; supera a todo el conjunto de las estrellas y comparada con la luz, queda en primer lugar." (Sabiduría,7,28)

Veo la vida pasar junto a mí (1.989, Sevilla)


Veo la vida pasar junto a mí y contemplo al mundo con estupor, con el corazón dolido, oprimido con desvelo por el bien desconocido.
¡Que dolor Señor por tanto bien perdido horas tras horas, días tras días, años tras años! Cuánto olvido de Dios, de su amor, de su verdad, de la realidad nuestra como hijos de Dios, del alma excelsa, de la hermosura de la vida espiritual, en su pureza, en su grandeza, en el deseo de alcanzar la santidad a la que hemos sido llamado, en el cuidado de no perder su sensibilidad, su lucidez para conocer nuestro verdadero destino, para saber amar, para vivir amando, dando, soñando, esperando.

Almas dormidas (1.989, Sevilla)


Me he quedado absorta contemplando
cómo la humanidad vive apegada
a todo aquello, que en sí, no es nada,
y de la gran "Verdad" se va olvidando.

No sé qué es lo que piensa y va buscando
mientras que el alma queda abandonada
sin ese bien para el que fue creada,
sedienta de ese amor que va tirando.

¡Despierta ya, humanidad doliente!
deja atrás miseria y desatinos;
no duermas más el sueño de la muerte,
busca con fe el "tesoro escondido",
bebe del "agua viva" de la fuente
que lleva a Dios, fin de nuestro destino.

¿Quién soy yo? (1.989, Sevilla)


¿Quién soy yo? ¿Cuál en verdad
es mi vida verdadera?
¿La que añoro en el silencio
de mi amada intimidad?
¿La que se va cada día
en la dura realidad?
O la que oculta en mi alma
me habla de eternidad.

El sueño de cada día
donde la imaginación

o esas horas que se van
en vanas palabrerías.
O quizás lo que aparento
sin yo querer aparentar.

¿Quién soy yo? ¿Cuál en verdad
es mi vida verdadera?

Quisiera ser la que Dios
espera de mi verdad,
sabiendo que su Bondad
si no soy la que fui sido,
siempre me perdonará
si vivo en mi realidad
caminando a mi destino.

¿Quién soy yo? ¿Cuál en verdad
es mi vida verdadera?

No me importe ser quien fuera,
pueda yo vivir, soñar,
creer, esperar,amar,
y dejar todo cuidado
en "quien" puedo confiar.

miércoles, 9 de enero de 2008


Venga a mí el recuerdo de tu cielo estrellado,
sobrecogida el alma después de haber rezado
a solas, de rodillas delante del Sagrario,
donde Él, siempre estaba amando y...esperando.

Allí, yo me sentía feliz con Dios hablando,
el tiempo se pasaba...y casi no sabía;
cerca de Dios estaba, conmigo lo tenía,
su vivencia llenaba de amor el alma mía.

¡Ay, los hermosos templos silenciosos y sonoros
de oraciones de siglos, de esplendor y decoro!
Sus puertas siempre abiertas para Aquel que buscaba
la presencia divina de Aquél, que siempre amaba.

¡El invierno! ¡la noche! El airecillo helado
que besaba mi rostro a lo alto levantado.
El silencio en las calles todo oscuro su cielo
donde parpadeaban la luz de las estrellas.

La luz de los luceros.

El día sosegado, la tarde cadenciosa, la noche...
toda ella callada y sonorosa.
Las calles bullangueras, el ruido constante,
en el cielo no brillan la luz de sus diamantes.
Y mi alma cansada se duerme pesarosa,
recordando las noches aquellas...tan hermosas.


(A Marchena)
_____________

Han pasado los años. Se fueron muy de prisa
mientras viví soñando.
La realidad es otra. Todo ha cambiado, mi mundo
se derrumba a ritmo acelerado.

martes, 8 de enero de 2008

¿Por qué me dejas? (1.991, Sevilla)


Sé, que te escondes en el aire,
en la brisa, en el mar,
en el color de los cielos
cuando la tarde se va.

Sé, que te escondes, te busco
y no te puedo encontrar.

¿Ilusión, sueño, quimera?
Quisiera encontrar en ti
aquel verso que se escapa
de mi íntimo sentir.

lunes, 7 de enero de 2008

Que soledad tan sola (1.991, Sevilla)


Qué soledad tan sola
tengo en la vida;
soledad en el alba
soledad en el día;
en las tardes tan solas,
en las noches tan frías.

En el ocaso mi alma
pareció que moría.
Gritó en su agonía;
envuelta en la paciencia
en sí, se recogía.

La tarde nebulosa,
la lluvia que caía
mansa, triste, llorosa;
la noche que venía.
Un místico silencio
en mi alma sentía.

Yo, mirando a lo alto
a solas me decía.
¡Si tomara las alas
del aura que nacía
y encontrara en el cielo
aquello que sabía!

A tu lado ¡Dios mío!
donde la noche es día
¿Quién teme soledades?
¿Quién vive en agonía?

Mi alma en la esperanza
vió llegar el nuevo día
¡tan lleno de canciones,
de paz y armonía!

No tenga soledades
quien en su Dios confía.

sábado, 5 de enero de 2008

Súplica (1.991, Sevilla)


Acompáñame siempre por el camino errante,
no dejes marchitarse las flores que sembraras
en aquellas mañanas donde tu luz radiante
despertaba a mi alma en las horas tempranas.

El rocío de la aurora, los pétalos mojados,
el aura se impregnaba de perfume divino.
Contigo me sentía feliz y acompañada
caminando segura al fin de mi destino.

No importaba que a veces el viento me azotara,
y que entre soledades, mi corazón moría,
aunque en la noche toda, mi alma se negara,
en los amaneceres me dabas tu alegría.

No me dejes a solas en las tardes sombrías,
quiero cuidar mi huerto sintiendo tu mirada.
Lléname de tu gracia, hasta que llegue el día,
que acuda presurosa a tu dulce llamada.

viernes, 4 de enero de 2008

Dulzura (1.991, Sevilla)



Hoy ha llegado a mí, sin yo saberlo.
Te he deseado en las tardes calurosas
del pasado verano.

¡Ya te tengo conmigo; ya te tengo!

Me ha rozado tu luz y su caricia
me hizo mirar al cielo.
La tarde arrebolada, cadenciosa,
gris, malva y azulada.

Y tu olor otoñal de madreselva
y de dama de noche perfumada...

¡Ya te tengo conmigo, ya te tengo!

jueves, 3 de enero de 2008

Adviento (1.993, Sevilla)



Tu mañana, es blanca y gris.
Tu ambiente, brisa suave de la Navidad cercana.
Tu silencio, es un anhelo que nos incita a vivir.
Tu quietud, paz y armonía que tu cielo nos regala.

Quiero caminar así.
En la esperanza constante que del Amor se derrama;
descansando en la verdad de que morir es vivir;
de que siempre es Navidad para el alma que a Dios ama.

Blanca y bella tu mañana,
íntima felicidad, alegría inmaculada.
Vida, eternidad y en tu adviento renovada.
El Amor se hace presente ¡Navidad que nunca acaba!

miércoles, 2 de enero de 2008

En la duda (1.993)

Lo mejor para ti yo bien quisiera,
la verdad escondida revelada;
búscala, siempre se te dará dada
teniendo a la humildad por compañera.

No te dañe la duda traicionera
que espera que tu alma esté cansada
y en el ocaso se sienta fracasada,
para robar la fe que Dios te diera.

¡Levanta al cielo de nuevo tu mirada!
No temas, que su Amor no se marchita.
Camina siempre humilde y confiada,
Él sabe lo que tú, bien necesitas.
Verás así, tu esperanza colmada
viendo en tu alma a Dios que en ella habita.