jueves, 21 de febrero de 2008

El alma estaba quieta (1.935, Marchena)



El alma estaba quieta.
El sol se despedía
dejando por los campos
luz, vida, y alegría.
El alma estaba quieta, el mundo se dormía.

Los pájaros volaban
que la noche venía
y en las altas palmeras los hijos les nacían;
y las flores mecidas
por el aire suave
arrullan sus capullos
con besos virginales.

El alma estaba quieta
el sol se despedía
y el mundo se llenaba
de nuevas melodías.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Siento al pisar debajo de mis plantas (1.938,Sevilla)



Siento al pisar debajo de mis plantas,
la noche azul, que se quedó dormida;
no despertó del aura a su llamada,
ni esperezó su niebla blanquecina.

Noche cuajada en rocío de luna.
Noche en un parque de una ciudad divina
donde el amor, germina de sus flores,
donde de cada flor brota una rima.

Yo quisiera desde el mundo
donde el pájaro viste de sus galas,
para no despertarte de tus sueños,
de tu vida real de noche clara.

Porque sé, que al pisar la blanda brisa
que quedó en los tules de tu lecho,
las convierto en lágrimas rosadas
por tu luz, de tu cielo semiabierto.

Quédate así; dormida y ardorosa
de sol naciente, de luna destilada.
Sueña en el beso que le dio el lucero,
a tu alma de ninfa enamorada.

martes, 19 de febrero de 2008

¡Qué hermosa es! (1.940)


¡Qué hermosa es! ¡Qué hermosa es!
¿Quien es?
¡El alma, qué hermosa es!
Cómo se esconde a mi mirada,
no sabe que su vida levanta llamarada.

El alma tuya es ¡Señor! Qué hermosa es.
En ella me recreo, la siento rebullir
inquieta por volar hacia su Amor.

(Quédate en mí, o llévame contigo.
Sin ti ¿que soy?, Tú eres la eternidad
de mi vida)
¡Templo santo de Dios!

¡Qué hermosa es, Señor! ¡Qué hermosa es!
El alma redimida, santa, pura, florida,
¡Qué hermosa es, Señor, ¡Qué hermosa es!

lunes, 18 de febrero de 2008

Dime estrella, por qué tan serena estás (1.945)


Dime estrella por qué tan serena estás.
Quieta, llena de luz, bajo la noche azul,
la claridad de tu día.

Mi vida busca la luz, las noches me hacen
salir, inquieta en mis tinieblas.
¡Tú siempre serena estrella!
¡Siempre hermosa y serena!

Dime estrella porqué tan serena estás.
Oigo tu voz, en el silencio del cielo.
¡Vive cerca de Dios!
¡Ay estrella! cerca de Dios, cerca de Dios.

Noche de luz, mi alma te desea.
Cerca de Dios mi alma quiere estar.
Un sitio junto a ti, estrella.
¡Serena, pura, bella!

domingo, 17 de febrero de 2008

Yo te quisiera amar (1.946, Marchena)


Yo te quisiera amar en cada instante;
en todos los momentos de mi vida,
yo te quisiera amar, Amor del alma,
Amor eterno, Amor que das la vida.

Quisiera amarte en todos los instantes,
en la dulce emoción, en la extraña alegría
cuando en tinieblas lloro mi abandono,
en los días de luz, en las tardes sombrías.

Cuando sola y perdida me encuentro
que ni sé ni siento que ha pasado.
Quiero amarte en las noches de mi vida,
en mi ser, en mi nada, en mi incierto vivir.

Amor que me desate de toda ligadura,
de todas mis flaquezas, de todas mis locuras;
Amor que en mí se encienda y abrace mis sentidos,
que engendre fortaleza, que muestre tus caminos.

Quiero amarte, ¡dulzura del Amor humano!,
amarte y encontrar el amor de mi Amado.
Sola como la muerte se queda el alma mía,
pendiente en el espacio, temblando en su agonía.

Allá se ve el lucero a quien busca mi alma,
allá se ve el sendero detrás de las montañas.
¡Quién pudiera escapar como pájaro huido
refugiándome en Ti, en un amor divino!

Como pájaro errante, como ángel caído,
como ola gigante que pierde su camino
y muere sepultada en los mares lejanos,
sin arribar a las playas del cielo deseado.

Así, queda mi alma cuando Tú no la miras
y espera humildemente tu gracia compasiva;
Y mi dolor se pierde en el alba rosada,
y aparece mi Amado y su amor me regala.

sábado, 16 de febrero de 2008

Amado del corazón (1.948, Marchena)


Amado del corazón
¿eres dicha para mí?
¿eres paz, eres consuelo?
o bien temor y desvelo.

Dime, ¿qué siento sin ti
y qué tengo cuando estás
tan cerca del alma mía?
es tristeza o alegría.

¿Cuándo vivo, cuándo muero,
cuándo me alumbra la fe
y cuándo la oscuridad
me hace el camino perder?

No sé si voy hacia ti
porque el camino me es llano,
o si me parece así
porque tus benditos pies
los tropiezos me has quitado.

No sé, Amor, si yo te amo,
o si la vida interior
que siento en el alma mía
es mi loca fantasía
mi estraña imaginación,
o es ¡Vida de mi vida!
la vivencia de tu amor.

Amor, si yo no te amo
ábreme mi corazón,
llévate todo ese amor
conque Tú, me has regalado
quiero vivir para Aquél
que con su amor me ha creado.

Déjame en oscuridad,
en temor, en santa paz,
deja que amanezca el día
lleno de luz y alegría
o que la noche sea eterna
en mi pobre corazón;

pero que yo pueda amarte
aunque sea inmenso el dolor
al no poder poseerte
por mi pobre condición.

Es tanta mi pequeñez,
mi pobreza y desatino
que no sé lo que me digo
ni lo que quiero decir.

Amado sea por mí
sufra la pena de amor
de amar sin poder sentir
las finezas del amor.

viernes, 15 de febrero de 2008

¡Asciende, alma mía! (1,948 Marchena)


¡Asciende, alma mía!
asciende más y más;
no estorbe yo tus grandes
deseos de volar.

Conmigo te detienes
en esta pobre vida
suspirando por verte
muy pronto de partida.

Ya quisiera llegar
al cielo deseado,
vivir sólo de amor
gozando del Amado.

¡Mi pobre compañera!
¡Mi dulce amiga!
que sufres prisionera
las penas de mi vida...

No te detengas más,
no aflojes tu cuidado
en quitar las amarras
de mis muchos pecados.

Sal de la triste cárcel
a los campos floridos,
mira las altas cumbres
cerca de tu destino.

¡Aprisa, alma mía!
corre por los caminos
que yo apartaré
tus muchos enemigos:

Tibiezas, desalientos,
desatinos, miserias...
que no quiero que
manchen tus vestidos.

Quiero que subas pura
al cielo deseado;
quiero verte volar
en busca del Amado.

Mi dulce compañera,
mi hermosa y buena amiga,
si yo estorbo tu vuelo
sal de esta pobre vida.

Mira cómo trabajo,
mira cómo ya muero
a todo lo que impida
tu entrada a los cielos:

Veredas pedregosas,
montes embrutecidos,
espinos, soledades
de paisajes dormidos,

no espantar a mi amada
que anhelante camina;
no estorbar su ascender
a la gloria divina.

En medio de tinieblas,
vuela, vuela, alma mía:
La luz de las estrellas
te servirán de guía.

En las noches oscuras
no te duermas cansada,
escucha las canciones
de la pronta alborada.

Levanta tu mirada,
camina presurosa;
pisando las espinas
te nacerán mil rosas.

No llores temerosa
si el viento enfurecido
arranca los arbustos
y piedras del camino.

Al llegar hasta ti
y rozar tu pureza
prestarás a su vuelo
más santa fortaleza.

Vuela, vuela ligera,
no te detengas más
¡Más arriba, más alto
te quiero ver llegar!

¡Asciende, alma mía!
Hoy día de la Ascensión,
asciende hasta los cielos
en brazos de tu Amor!.

jueves, 14 de febrero de 2008

¡Qué bella estaba la madre! (1.950, Marchena )


¡Qué bella estaba la madre
en su lecho reclinada,
parece pensar que el cielo
se ha venido a su morada!

Su cuerpo apenas cubierto
con sábana limpia y clara
es joven como la aurora
que aparece en la mañana.

Qué suavemente respira,
qué besos en sus labios granas,
qué brillo en sus negros ojos,
qué húmeda su mirada.

La cabeza reclinada
sobre el pecho sonrosado,
y en sus brazos extendidos
el hijito deseado.

Es blanco como la leche
que de sus labios resbala,
es rosa, como aquel pecho
que al descubierto quedara.

¿Por qué sonríes pequeño?
¿Por qué tus ojos se agrandan
si apenas ven que tu madre
los suyos a ti te regala?

¡Qué bella estaba la madre
en su lecho reclinada,
el amor entre los brazos,
el amor en la mirada!

El amor entre los pliegues
de las sábanas bordadas,
el amor en el ambiente
de la estancia perfumada.



(A mi hermana Isabela, en el nacimiento de su primer hijito)

miércoles, 13 de febrero de 2008

Mirad esa avecilla (1.950, Marchena)


Mirad esa avecilla
que levanta su vuelo
y cruza el espacio
entre la tierra y el cielo.

Quisiera como ella
volar hacia la altura
ligera como el viento
que barre la llanura.

Dejar atrás las cumbres
de las altas colinas.
Contemplar la hermosura
de la Esencia divina.

Aspirar el perfume
del ambiente suave,
la pureza infinita
que ansiamos los mortales.

Y allí, en los umbrales
muy cerquita del cielo,
replegar mi plumaje
                                                                 y detener mi vuelo.

martes, 12 de febrero de 2008

Esta noche hace frío (1.950, Marchena)


¡Esta noche hace frío! Quizás sea la primera noche fría del invierno que se aproxima. Hasta ahora hemos disfrutados de un plácido y casi primaveral otoño. Frescas mañanas, atardeceres cálidos y bellísimas noches templadas.
Estamos ya en las últimas semanas de la estación y el tiempo ha cambiado.
¡Esta noche hace frío! He dejado el cálido gabinete donde me encontraba junto a los míos y abrigándome bien, he salido a la calle. Estaba completamente sola. Escasas luces apenas si la alumbraban; miré hacia lo alto y sorprendióme lo bello que estaba el cielo. Había luna, que aunque casi oculta por densas nubes, derramaba su blanca y pálida luz por el oscuro firmamento. Más allá, agrupadas y temblorosas sobre un trozo de cielo azul, lucían su plateado brillo, unas estrellas.
El cielo cambia todos los días y en el día muchas veces más. Siempre es hermoso, pero en estas
noches calladas, frías y oscuras, se nos ofrece más bello si cabe, mas grandioso en su hermosura.
Mirándolo, nos quedamos mudos, absortos, sobrecogidos de temor y llenas nuestras almas de una santa paz y esperanza. Este es el cielo que nos cobija en esta última noche de Noviembre, fría, callada y bellísima en su melancólica tristeza.
Seguí andando por las solitarias calles y pronto me encontré frente al cancel de la iglesia a la que me dirigía.
Una mujer arropada en un mantón se disponía a entrar y yo, colocándome la toca sobre mi cabeza, he entrado tras ella.
Terminábase el mes de Ánimas. Un sacerdote entonaba el responso. Cuatro velas encendidas iluminaban el altar donde se veía la imagen de un crucificado y a sus pies, el busto de una Virgen Dolorosa.
Unas mujeres silenciosas y arrodilladas rezaban sus últimas oraciones.
Unos instantes después, salían lentamente de la iglesia, haciendo la cruz sobre sus frentes. Sólo quedó en ella aquella mujer desconocida que entró a la vez mía y yo.
Las velas fueron apagadas y el sacristán sentóse en una banca en actitud soñolienta.
Miré hacia el Sagrario y arrodillada ante él, crucé mis manos e hice una oración. Después quedéme quieta, callada y con los ojos cerrados, contemplé mi alma.
Pasaron los minutos.Un sollozo que sentí detrás de mí, sacóme de mi meditación.
Aquella mujer lloraba. Vi su cara aflijida mirando al Jesús Crucificado y en sus ojos marchitos unas ardientes lágrimas: lloraba ¿porqué?
Miré de nuevo hacia el Sagrario e hice una oración mental, una oración improvisada que hizo latir fuertemente mi corazón.
Cerré los ojos y apoyé mis sienes sobre mis cruzadas manos. Oré largo rato.
El ruido de una puerta que se cerraba me distrajo de nuevo.
Levanté mi mirada y vi que estaba sola. El sacristán dormitaba reclinado en un banco. Sentí mis manos húmedas, lloraba yo, ¿porqué?
Era tarde. Hice la señal de la cruz sobre mi frente. Abrí la puerta y salí a la calle. Miré de nuevo
al cielo; éste había cambiado. Las nubes cubrían toda la extensión del firmamento que yo divisaba y la luna había desaparecido.
Unas gotas de agua cayeron sobre mis mejillas. Empezaba a llover.
Quedé por unos instantes suspensa mirando hacia lo alto. También lloraba el cielo, ¡Porque?
Subiéndome el cuello del abrigo, apreté el paso. Pronto llegué a casa. Entré en el hogar, cálido, confortable, lleno de luz. Fuera quedó la noche grandiosa, bellísima, llena de verdad, de dolor, de contagiosa tristeza.

lunes, 11 de febrero de 2008

Lirios, lirios blancos en mi jardín (1.951, Marchena)



Lirios, lirios blancos en mi jardín;

sobre el verdor de las hojas,
su pureza, su fragancia...

Aliento de Dios.

Llueve en el amanecer.
Gotas de agua entre los pétalos finos.
Más fragancia, más pureza...

Suspiros de Dios.

Sol y azul en el cielo,
tierra mojada y límpido verdor
blanco prado de flores,
luz en la tarde llena de canciones.
Lirios,lirios,lirios...

Juego de Dios.



domingo, 10 de febrero de 2008

Va Jesús con la cruz (1.955 Marchena)


Va Jesús con la cruz,
es clara la mañana,
por el largo sendero
va dejando a su paso
las huellas señaladas.


Va Jesús con la cruz;
el campo se ha vestido
de sus mejores galas,
blancos lirios florecen
en la aurora callada.

Va Jesús con la cruz
solo con su pesar,
su cuerpo dolorido
se estremece al pisar.
¡Cuánto pesa el madero,
qué fatigado está!

Ya no puede mirar
el azul de los cielos,
no puede contemplar
el paisaje sereno,
sólo sus ojos ven
el estrecho sendero.

Allí, en los linderos,
las flores perfumadas
al sentir el pisar
de Aquél que las amaba,
sus tallos se inclinan,
y sus pies le besaban.

El maestro, suspira
de amor agradecido,
quiere aspirar el perfume
de sus pétalos finos,
y al inclinar su cuerpo
en la tierra ha caído.

Va Jesús con la cruz,
es clara la mañana
en el largo sendero
van naciendo las flores
de la Era Cristiana.

sábado, 9 de febrero de 2008

Mamá (1.955, Marchena)



Todos se fueron. La casa quedaba sola. El murmullo bajito, las cariñosas palabras de despedida,
los contenidos sollozos se habían ido apagando y un silencio frío, helado, iba llenando el ambiente.
El cielo blanco por la mañana se hacía gris denso, oscuro. En el jardín no cantaban los pájaros. Parecía que lloraban en lo alto de las palmeras y que las plantas altas y frondosas se inclinaban hacia la tierra sin perfume ni color. Era todo ausente, extraño, vacío.
Días de dolor, de increíble angustia, de cierta esperanza...Mamá estaba allí. Yo le acariciaba su rostro rosado, le decía, le besaba...parecía dormir. Se escuchaba con temor su angustiada y agitada respiración. Un último suspiro, un último latido, un último instante ...¡Increíble! ¡Dios mío! Lo que fue, ya no era. ¡Mamá no estaba allí! Aunque yo le mirase, le acariciase, le hablase. ¡No estaba allí mamá! ¡Qué despedazarse el alma de dolor ante aquella realidad que mis ojos no podían ver al mirar su rostro cada vez más pálido, más sereno en su dormir tranquilo, infinito...!
No estaba allí mamá. Sólo el despojo tan querido de una vida toda; una vida plena que fue todo amor, que ya lo había dado todo, no pudo amar más, ni entregarse más y el corazón ya cansado se durmió, se paró. "...Quién me diera alas como de paloma y volaría y descansaría..." y el lazo se
rompió y el alma quedó libre para volar al cielo.
Se fue mamá. Con el alma purificada, probada, santificada siendo morada de Dios. Y la casa quedó sola,triste y el jardín y el día y el ambiente de la tarde tan lleno de silencio en aquella primera tarde en la casa vacía, sin ella ¡Mi dulce mamaíta! Con los amados recuerdos de su vida toda. Con la nostalgia de su compañía, su apoyo, su descanso... con mi cariño hecho lágrimas fundidas en dolor , en deseos de poder volver atrás para poder dar más y más entrega, ternura y felicidad a quien tanto nos dio en el ejemplo constante de su vida íntegra, sencilla, cristiana, virtuosa, buena...

viernes, 8 de febrero de 2008

En el atardecer me gustas más (1.956, Marchena)


En el atardecer me gustas más,
y en las noches serenas te deseo.
¿Quién eres Tú? No sé. Sólo presiento
que tu belleza existe, y que en
tu amor, hay un sitio para mí.

jueves, 7 de febrero de 2008

Florita (1.957, Marchena)



Florita, la gatita lanuda de Toti, es ya una adolescente. Empieza a despertar a la vida mirándolo todo con sus ojos felinos asombrados.
Es bonita, muy bonita. Su lanita maltesa, es suave, larga y alborotada. Muy clara de color por su barriguita gordezuela y blanda y por su rabito acaracolado y decorativo.
De expresión traviesa y simpática en su pequeña carita y mirada viva en sus grandes y rasgados ojos.
Es bonita, bonita, traviesa y a veces mansa y suave con sus manitas de algodón. Te acaricia con ella, sus uñitas escondidas entre el pelo lanudo y entona dulcemente su morronguita.
Cuando juega, alza airosa su rabo y salta veloz entre las plantas del jardín. Se tiende boca arriba sobre la tierra y entonces ¡ah! si me acerco a ella me clava sin piedad sus uñas afiladas en la piel de mi mano que queda cautiva entre las suyas en un abrazo.
Florita es así; mimosa, juguetona, traicionera.
En esta primavera, siente su adolescencia y empieza a saborear los encantos de la vida.
Le atrae el vuelo de los pájaros en el atardecer de mi jardín. Sentadita sobre sus patas traseras se queda absorta mirándolos. Su pequeña carita levantada y una expresión traviesa y juguetona en sus rasgados ojos. Otras veces se le ve saltar y mover rápidamente su mirada, siguiendo entusiasmada el vuelo de una mosca.
Ahora se va horas y horas al gallinero de pollitos y mira sentadita y seria sus carreras voladoras. De pronto su espíritu travieso e inquieto le hace ponerse en pie y saltar a trotecitos cortos tras ellos, que huyen piando asustados.
Me enfado con ella, le riño, pero Florita es terca y confiada y vuelve a repetir su juego peligroso. Ella me mira diciéndome :"no temas, yo sólo quiero jugar con ellos. ¿Ves como no le hago daño?"; y suavemente coloca su manaza lanuda sobre un pobre pollito que quedó acorralado en un rincón.
La miro severa y temerosa, pero Florita con su expresión ingenua retira su manita, alza su rabo y trota de nuevo a pasitos cortos entre el vuelo alborotado de los pollitos.
Las esparragueras, las verdes cintas llegan con sus lacias hojas hasta el suelo. Es que Florita despierta a la vida. Su pancita lanuda descansa blandamente sobre la planta tierna y la tierra mojada. Le gusta ese frescor y también el juego de sus hojas enlazadas entre sus patitas y el sabor de su jugo entre sus dientecillos.
Cuando me ve, corre tras las columnas del patio y huye ligera hacia el jardín. Hay rosas, alhelíes, clavellinas. Florita aspira con su negro hociquito la fragancia de la primavera. Mira inquieta y palpitante hacia lo alto y sube veloz por el recio tronco del ciruelo. De sus verdes ramas levantan su vuelo una bandada de pájaros que se cobijan en las ramas altas de la palmera.
Florita queda suspensa en lo alto. Desde allí, las viejas ramas del níspero están más cerca y puede asperear mas ampliamente el olor de sus maduros frutos. Florita goza de todo. Es primavera.
Ahora descansa sobre un cojín y duerme estirazada. Le acaricio su garganta de pelos lanudos, largos y suaves. Su pancita gordezuela y blanda, sus manitass aterciopeladas que descansan confiadas una sobre otras, se estiraza más queda boca arriba y se arruya con su morronguita.
La miro y la llamo '¿Florita?'- Florita abre sus ojos y emite mimosa su peculiar sonido. Un sonido que no es palabra, ni voz, ni maullido. Florita sólo habla así. Y así se entiende con los pájaros, las aves, las moscas, las plantas, las flores y también conmigo. Florita es así.

miércoles, 6 de febrero de 2008

No me espanta la soledad (1.957)


No me espanta la soledad.
Tu amor, tu silencioso amor
llena mi vida toda.
Y la dulzura de tu sonrisa,
es para mí, un abrazo eterno.

Déjame así: la vida sigue su curso
y yo voy con ella empujada
por el aliento de tu boca.

El cuerpo no siente el anhelo del alma.
El alma no llora por el peso del cuerpo.
Somos uno en tii.

martes, 5 de febrero de 2008

Era domingo (l.957, Marchena)


Era domingo. Me desperté con una agradable sensación, ¡Toti! Me levanté gozosa. Dentro de poco podría tener con ella nuestro ratito de charla.
Me fui a misa. Procuré recogerme pero mi pensamiento volaba de nuevo hacia ella. (Perdón
Señor, Tú sabes lo que la quiero!)
Al volver a casa pedí la conferencia con el colegio. Unos momentos después tras el auricular su voz juguetona, alegre, cariñosa; ¿Tiurri? y empezamos la charla. No importa que pasen los minutos. Ella bromea, pregunta, ríe diciéndome en tono cariñoso -¿Tiurri?-tres, ¿sabes? tres...Yo me sonrío. ¡Es tan suyo este pudor en decir su cariño, esta manera ingenua que ha buscado en los recuerdos de sus expresiones infantiles! Sigo la charla, le cuento, le digo y de vez en cuando, -Totuchi, hijita ya terminamos, hasta otro día- y seguidamente le charlo, le mimo y sigue ella allá en su colegio cogida al auricular y yo la dejo hacer, feliz de tenerla cerca de mí, por su voz, su sentir, su cariño, su risa...
Termina nuestro ratito. Distraída me arreglo para salir, recordando su voz cariñosa.
En la placita hay luz, hay sol. Me detengo y miro el alegre juego de los niños sobre la arena.
Vienen hacia mi algunos y me besan rodeándome el cuello con sus bracitos. Son rubios, gordezuelos, colorados. Los levanto en alto y los miro sonriente. Cuando se alejan, mi abrigo negro ha quedado blanco por la arena de sus piececitos.
Unos pasos más allá me salen al encuentro unas niñas de largas trenzas subidas en su bici, -¡adiós tía!- me gritan; y siguen su loca carrera dando vuelta por la placita.
En la puerta de la casa de A.C. me espera un grupo de jovencitas. Celebro con ellas la sencilla reunión dominguera y pronto las dejo ir a gozar de la mañana llena de luz.
Despacio, ensimismada, sintiendo dulzura y quietud en mi espíritu, camino de nuevo hacia mi casa. Miro la placita de cielo azul, la calle ancha y sombreada por las acacias enlazadas y doblando la esquina hacia la izquierda, la estrecha y simpática callecita en la que vivo.
Mi casa está sola. Al entrar en el jardín ha volado hacia lo alto una bandada de palomos. He suspirado mirándolos ir. El recuerdo queridísimo que quedó en mí, ha hecho brotar unas lágrimas de mis ojos. ¡Mamá! y he sentido más hondamente su ausencia en el silencio del jardín a mi llegada.
Corto unas rosas, aspiro su perfume, adorno con sus ramos el patio, el gabinete, el salón. Pongo el picú de Toti y empieza a oírse una suave melodía. La marcha Turca de Mozart. El piano se oye fácil, ligero, alegre, sentimental.
Termina la mañana del domingo. Han pasado las horas llenas de luz.
La charla con mi Totuchi me las hace vivir felices; me siento llena de su vida sencilla, ingenua, alegre, buena...

lunes, 4 de febrero de 2008

En la cálida noche (1.958, Marchena)


Esta noche me despertó el canto de un grillo. Debía estar en el jardín, muy cerca de mi ventana. ¡Qué grito más estridente y monótono! No me dejaba dormir. Era inútil seguir dando vueltas y más vueltas en la cama sin conciliar el sueño y ya cansada, me incorporé y abrí los ojos.
¡Noche de estío! Las plantas del jardín con sus hojas gigantes, verdes y frondosas, dormían en la quietud de las horas. Ni el más leve airecillo acariciaba sus hojas. Los pajarillos entre las ramas de los árboles se arrullaban bajito.
A veces se sentía a alguien que pasaba por la calle. Un trasnochador, o un solitario paseante que huía del calor de sus habitaciones; pero el canto del grillo vigoroso y agudo llenaba por completo el silencio de la noche.
Ya no me molestaba. Me figuraba al pequeño animalillo con sus alillas temblonas, buscando el frescor de la tierra húmeda, cumpliendo su misión de llenar las hermosas noches de verano con su canto monótono y rítmico.
No sé cómo quedé dormida. Cuando me desperté, la luz tenue del amanecer, embellecía el jardín.
Me levanté perezosa para cerrar la ventana y poder seguir entregada al delicioso sueño de la aurora.
El cielo estaba rosado. Las plantas y flores llenas de fragancia. Los pájaros rebulléndose bajito en sus nidos. Los silbidos amorosos de las golondrinas cruzando veloces el espacio. Un nuevo día.
El grillito ya no cantaba. Había terminado el encanto de la noche.
Me levanté perezosa y cerré.

domingo, 3 de febrero de 2008

Reclinada en la tierra (1.958,Marchena)


Reclinada en la tierra fresca a la orilla de un río, sentía el murmullo del agua que corria suavemente por su cauce. Me adormecía su cantar siempre igual; murmullo monótono, alegre y soñador.
Me dejaba llevar de su encanto y poco a poco, mis ojos que miraban un cielo todo azul, se fue ron cerrando adormecidos.
Una quietud perezosa y un bienestar languido e inconsciente, embargan todos mis sentidos.
Dormitaba a la orilla de aquel río, donde el agua clara, saltaba entre las piedrecillas de su fondo cercano a veces, o corría veloz atolondrada entre los grandes pedruscos de una pasada, o se dejaba mecer como en un lago, mientras mientras las ranas chapoteaban juguetonas.
Allí, donde yo me encontraba, semejaba una playita perdida y en la otra orilla opuesta todo era verdor, matorrales juncos y morados lirios.
Junto a mis pies, el agua corría mansamente dejando la transparencia de su fondo, bañado de cielo azul y sol plateado.Tendida sobre la arena, a la sombra de un rosal silvestre, lleno de rosas ligeras perfumadas de aroma campestre y lindísimas en su misma sencillez, me adormecía en una dulcísima quietud.
Me había quedado sola. Las niñas habían ido al próximo caserío, en busca de agua fresca para calmar la sed del medio día. Se fueron apagando sus voces y sus risas y en el silencio de aquel campo, sólo se escuchaba el correr del agua y el suave cantar de los pajarillos en los arboles cercanos.
Pasaron los minutos. Quizás el crujir de una rama o una , o una hoja desprendida, o las risas lejanas de las niñas que volvían, me hicieron despertar del estraño sopor.
Me incorporé y de nuevo quedó mi mirada absorta en la contemplación de aquel río.El agua seguía su curso pasando junto a mí, transparente, alegre, juguetona , siguiendo allá impetuosa impetuosa corriente solteando en su cauce veloz los obstáculos del camino, para luego descansar, deslizándose suavemente entre el verdor del follaje y las revueltas de sus orillas.
Mis labios se movieron en un murmullo, musitando a mediavoz, "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir..." y mientras repetía una y otra vez estas palabras mis ojos se humedecian, quizás de nostalgia, de dolor, de emoción, o tal vez en la belleza de aquella tarde, solo de amor...

sábado, 2 de febrero de 2008

Eres un tallo seco (1958, Marchena)




Eres un tallo seco, alto, fino, flexible, el aire de la tarde te hace bailar.
Estás dorado por el sol. Ya no tienen jugo tus hojillas de papel. En el estío termina tu vida. Pasaron los hermosos días de primavera que hicieron tu semilla germinar; pero tú, has quedado olvidado en la tierra reseca. Ya no te arrancarán.
Por éso, entre hojas cortada en la era, campos trillados y segados por la hoz, tu bailas en la tarde que se va, besado por la brisa y acariciado por los últimos rayos del sol Mañana, veras de nuevo el amanecer, en la soledad deslumbrante de los campos segados.

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Si fuera la brisa, risa y el sol luz de tu mirada.
Si fuera el azul tu sombra y la tarde tu morada.
Yo besaría la brisa y el sol del cielo robara en el azul me perdiera y en la tarde me quedara.

viernes, 1 de febrero de 2008

Nunca supe del amor (1.962, Marchena)


Nunca supe del amor
más de lo que deseaba.
Ni de lo que el amor daba
más que lo que poseí.
Amé al Amor en sí,
y el amor que Éste me diera
fue tal, que amé de manera
que todo otro amor perdí.

Nunca supe si soñé
o despierta me moría.
Mas vi, que la luz se hacía
donde a oscura me quedé.
Vi en la noche amanecer,
la aurora llegó y el día
un amor que en mí nacía
donde sin amor quedé.

No supe lo que yo amaba
y el amor me consumía.
No supe por qué lloraba
mientras mi alma reía.
Ni por qué no supe nada
ya que todo lo sabía.
Sólo sé, que a Dios tenía
y que en Él todo lo hallaba
y en mí, todo se perdía.