sábado, 5 de enero de 2008

Súplica (1.991, Sevilla)


Acompáñame siempre por el camino errante,
no dejes marchitarse las flores que sembraras
en aquellas mañanas donde tu luz radiante
despertaba a mi alma en las horas tempranas.

El rocío de la aurora, los pétalos mojados,
el aura se impregnaba de perfume divino.
Contigo me sentía feliz y acompañada
caminando segura al fin de mi destino.

No importaba que a veces el viento me azotara,
y que entre soledades, mi corazón moría,
aunque en la noche toda, mi alma se negara,
en los amaneceres me dabas tu alegría.

No me dejes a solas en las tardes sombrías,
quiero cuidar mi huerto sintiendo tu mirada.
Lléname de tu gracia, hasta que llegue el día,
que acuda presurosa a tu dulce llamada.

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